Salí de mi casa, a caminar, a querer creer, a querer pensar, que cada cuadra que caminara iba a ser un lugar más lejos tuyo, un paso menos a olvidarte, un paso menos a dejar de pensar en vos. Caminaba por cuadras por las que solíamos hacerlo juntos, por cuadras en las que íbamos tomados de la mano, abrazados. Y me acorde de mi, de vos, de nosotros, de lo que cambiamos, de lo que sigue igual, de lo que nunca vamos a poder cambiar, me di cuenta de como crecimos, como cambiamos, como aprendimos, como sufrimos, como nos hicimos bien y camine recordando tiempos que posiblemente ya no volverán, pero que dejan en mi una experiencia inigualable, una felicidad inmensa y una tristeza gigante también. bronca, odio, amor, enojo, felicidad, inseguridad, seguridad, quererte tener para siempre conmigo, querer no verte nunca más en mi vida. sentimientos contradictorios. Y así hasta llegar a nuestra calle, dí tantas vueltas que llegue al mismo lugar, mi hogar. Me senté donde lo hice unas semanas atrás, con la diferencia de que al lado mío estabas vos, y hoy no estabas, y ya no vas a estar. Y me sentí chiquita, indefensa, vacía. y miraba a mi costado, esperando verte y creo que te vi, pude imaginarte perfectamente sentado al lado mío, abrazándome; agarrándome de la mano, y me acorde de las palabras de ese día, del primer beso, y también me acorde del último. y hubiera querido que el primero durara mil primaveras más, y que el último no terminara nunca. ..
jueves, 11 de septiembre de 2008
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